
Hace hoy algo más de un mes desde que Louis nos dejó. Tumbado entre Mariajo y yo, simplemente se durmió. El gato arisco que muchos decían que era, cerró sus pequeños ojos amarillos. Leí una vez hace mucho tiempo una tradición de los cazadores indios (no indúes que últimamente ya nadie parece querer diferenciar) en la que decían que el cazador para perpetuar el alma del animal cazado, le miraba a los ojos y aspiraba su último aliento para de ese modo pasar a formar parte del espíritu del cazador. Huelga decir que no creo en esas cosas, pero sí me parece un acto hermoso y sobre todo de gran respeto por el animal cazado. Si alguna vez he tenido alma, si algo así pudiera existir, hoy es un poquito más grande. Cada cual le pide fuerzas a sus dioses personales, a partir de ahora, yo tengo a alguien mejor a quien pedírselas.
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